Avatar: el camino del agua es la segunda parte de la mega producción dirigida por James Cameron que se inició en 1994. Aquel año este reputado director canadiense escribió un guion de ochenta páginas para la película de animación CGI que narra los acontecimientos que se desarrollan en Pandora, habitada por una especie azulada de rasgos felinos llamada Na'vi, con la que los humanos se encuentran en conflicto militar. Se suponía que la filmación tendría lugar después de la finalización de Titanic (1997), para un estreno previsto en 1999, pero la tecnología de la época no permitía que estuviera a la altura de exigentes expectativas visuales del director. Finalmente, Avatar fue estrenada en 2009 -convirtiéndose en el título más taquillero de todos los tiempos, con una recaudación final de 2.743.577.587 de dólares- y ganando en las premiaciones Oscar de 2010 las categorías de mejores efectos visuales, mejor dirección artística y mejor fotografía.
Las medallas de la primera dejarían la vara muy alta para cualquier secuela. La demora, sin embargo, tuvo otras razones. Avatar 2 fue pensada juntamente con Avatar 3 (esta última en etapa de posproducción). Programadas para estrenarse en el 2014 y el 2015 respectivamente, tuvieron un primer retraso para el 2020 y 2021 antes de conseguir su fecha de estreno actual, en los meses de diciembre del 2022 y 2024. Nuevamente razones tecnológicas harían de las suyas. Cameron quería grabar la secuela de Avatar una velocidad de fotogramas más alta, una tecnología que no estaba disponible en el 2009, por lo que decidió esperar hasta que pudiera hacer su visión realidad. Recordemos que la técnica de animación empleada aplica un sistema de captura facial que, además, reproduce aspectos matizados de la actuación. El sistema se encarga de descubrir y detallar la forma en la que se han movido sus músculos con gran precisión, mediante una cámara ubicada frente al rostro del actor y marcadores faciales.
El sistema de captura de movimiento de la primera película no estaba diseñado para funcionar bajo el agua, por lo que Cameron y su equipo tuvo que elaborar una forma de registrar los movimientos y expresiones de los actores, para que después ese metraje fuera tratado con efectos visuales para su retoque. ¿Cuál fue el resultado obtenido? Una tecnología que captura el movimiento bajo el agua: The Way of Water. Así, gran parte de la filmación se llevó a cabo en un tanque de 900 mil galones capaces de imitar las corrientes marinas y las olas, y en donde expertos en gimnasia bajo el agua permitieron que en las escenas marinas los protagonistas pudiesen contener la respiración y danzar acuáticamente sin crear ruidos o burbujas innecesarias para el rodaje.
¿Es este logro tecnológico un bálsamo que impide tener una mirada crítica de esta propuesta cinematográfica? No. La técnica debe estar al servicio de la historia. Lo importante es que la animación y el relato dialoguen entre sí. Y en mi opinión, lo hacen. Vayamos por parte.
Ambientada más de una década después de los acontecimientos de la primera película, Avatar: el camino del agua relata en 190 minutos la historia de la familia Sully (Jake, Neytiri y sus cuatro hijos) cuando deben abandonar su hogar y explorar las regiones acuáticas de Pandora dominadas por el clan Metkayina -una milenaria comunidad de humanoides semejantes a los Na'vi con capacidades para vivir del océano en contacto con toda su biodiversidad- cuando una antigua amenaza reaparece: el avatar del coronel Miles Quaritch, comandante militar del proyecto y encargado de la seguridad de la base, es el potenciado villano del filme. La reencarnación del personaje se ve justificada en dos planos. Por un lado, su obsesión con el exmarine y protagonista del relato Jake Sully lo llevarán a cruzar todos los umbrales permitidos por el equipo científico y militar que nuevamente se ha asentado en Pandora. Y por otro, su confusa relación con el joven humano Spider, hijo del fallecido Miles Quaritch lo llevará a plantearse su rol de padre gracias a los recuerdos del malogrado coronel que tiene instalado en su memoria. Como un salvaje al más puro estilo de Tarzán, el muchacho pondrá uno de los pocos rostros protagónicos sin necesidad de CGI capaces de dar giros inesperados a la trama.
Cada uno de los personajes centrales del relato están plenamente justificados. Con personalidades únicas, los hijos de Jake brillan con luz propia luego de algunos minutos en que el espectador logra reconocer visualmente quién es quién (debido al parecido entre tienen sí): el más rebelde, el protector, la obediente o la más ecológica. A pesar de la técnica de animación utilizada, los jóvenes Neteyam y Lo'ak, Tuk y Kiri (hija adoptiva, pues nació del avatar Na'vi inerte de la científica Grace Augustine) se convierten en fuerzas actanciales que articulan poderosas subtramas que logran emocionar a mares a partir de la segunda mitad de la película. Por su parte, Neytiri -ahora convertida en madre y esposa- tiene la difícil tarea de seguir mostrando la atención que tuvo en el filme del año 2009. Esta vez no lo consigue en los mismos términos, pues la fuerza de sus convicciones estará presente muy al final, debiendo conformarse en gran parte de la esta película con ese incómodo rol de esposa que contradice o sigue a Jake, ahora convertido en jefe de los Omaticaya. La tensión de pareja no estará ausente, como en la vida misma. Ello, sin embargo, refleja que la madurez viene de la mano con nuevos desafíos y no es "mi vida o la de mi tribu", sino la de "mi familia" la que adquiere importancia y "me hace vulnerable".
Avatar: el camino del agua es mucho más que una gran experiencia audiovisual, pero es de esas películas que se disfrutan en una sala de cine 3D con sonido DOLBY y butacas que brincan y te mojan sin parar ¿Es un pecado desaprovechar un espacio así? No, pero perderías gran parte de la magia del filme. A ratos, la película se convierte en uno de los mejores documentales futuristas sobre el mundo acuático extraterrestre. Es una meticulosa reconstrucción de flora y fauna que enriquece la sensación de estar sumergido en un planeta donde la madre naturaleza sigue haciendo de las suyas. Todo conectado en un justo equilibrio hasta que los humanos llegan a destruirlo todo por la ambición de más vida y riquezas. La conexión se logra, pues Pandora -una luna cercana al planeta Polifemo cuya atmósfera es tóxica y letal para los humanos, y con una gran biodiversidad- es casi una réplica de la Tierra. Casi como un discurso ecológico que susurra sin parar, Cameron se convierte en el mejor defensor de aquellos organismos invertebrados, peces, mamíferos acuáticos y amplias extensiones de un océano profundo y lleno de vida, amenazados por el cambio climático y la actividad humana.
Es esa premisa la que acompaña la última media hora del filme. Sin la sensibilidad marina que se busca instalar en el espectador difícilmente se puede disfrutar la batalla final. En ella, una muy bien lograda réplica de balleneros humanos se enfrenta a Jake Sully y quienes le siguen en el más importante desafío vivido hasta ese momento: no es Pandora, sino su familia la que está en peligro por un ajuste de cuentas. A través de un ritmo vertiginoso de inmersiones acuáticas, espectaculares sacudidas y actos hostiles, la audiencia se involucra fácilmente en el entramado de idas y vueltas donde los minutos pasarán más rápido o muy lento según el disfrute que tengamos al vislumbrar el destino para algunos de "los buenos" y para varios de "los malos".
Avatar: el camino del agua no queda en deuda. Logra su cometido. Entretiene visual y discursivamente. Como se sabe, no existen argumentos originales en el cine. Esta película no es la excepción. La relación entre la especie humana y su medio ambiente nos remece cada vez que alguien nos recuerde que siempre habrá razones para saquear, invadir o agredir por las mismas razones mezquinas o ideológicas de siempre. Quizás por ello la amistad de un joven Na'vi y un mamífero acuático estremecen.
¿Hay todavía esperanza de salvar la biodiversidad? James Cameron parece decir que sí.
¿Cómo lo hará el exsoldado Jake Sully y su gente? Deberemos esperar varios estrenos más (2024, 2026 y 2028) para ver como el director resuelve ese ambicioso camino que inició el año 2009 con Avatar 1.
*Crítica original escrita para nuestro sitio web asociado del Centro Cultural FYCIF (Fantasía y Ciencia Ficción) [www.centroculturafycif.cl]
Comentários