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El guionista y el arte de contar historias

Antonio Sánchez-Escalonilla (Madrid, 1966) es profesor de guion en la Universidad Rey Juan Carlos (España). Realizó estudios de cine en la Universidad de California en Los Ángeles, ha trabajado en Hollywood como asistente de promoción cinematográfica y consultor de historias. El año 2018 estuvo en Santiago invitado por el núcleo GuionChile y la Universidad Central. Su estadía fue intensa: impartió el taller titulado “Fantasía de aventuras: Cine, TV, novela y cómic. Construcción de guiones, tramas y personajes”, dictó dos conferencias magistrales para estudiantes en la Universidad Central y Universidad de Los Andes y participó como relator en el seminario “La formación de guionistas en Chile”, junto a destacados académicos y escritores de cine y televisión. En cada una de sus actividades, el profesor Sánchez-Escalonilla hizo disfrutar a su audiencia sobre los recursos y modelos inspiradores que existen para contar historias audiovisuales, combinando lo técnico e histórico con la reflexión y análisis antropológico del cine y su historia. Su lenguaje ameno y directo no sólo son una muestra de su profundo amor por los géneros literarios de fantasía y de aventuras, sino que avalan una sólida trayectoria.


El siguiente es un extracto autorizado de la entrevista que concedió a la Revista Chilena de Semiótica, ese mismo año (número 18, pp. 173-178).


En tus trabajos, algunas de tus referencias bibliográficas son Todorov, Tolkien, Vanoye y otros teóricos del relato y la imagen. ¿Cuáles de éstos aplican análisis estructuralistas más vinculados a los clásicos, como Propp o Greimas?

Quizás Todorov y Vanoye. Tolkien era un profesor de anglosajón antiguo que teorizó sobre los cuentos de hadas, pero sobre todo fue un creativo que imaginó mundos extraordinarios, creó lenguas nuevas y abordó misterios humanos mediante personajes imposibles. Como dice uno de sus personajes, un ser humano puede estar al mismo tiempo en el mundo de las leyendas y en un prado verde bajo la luz de sol. La verdad es que no me imagino a un estructuralista afirmando algo semejante.


¿Es “el viaje del héroe” el mejor camino para enseñar a escribir historias de ficción? ¿Por qué?

El viaje del héroe es una arquitrama muy eficaz desde el punto de vista pedagógico, pues sintetiza arquetipos y estructuras que se remontan a la edad del mito: en este sentido, reúne buena parte de una sabiduría narrativa tan antigua y misteriosa como el propio arte de contar historias. Christopher Vogler fue el primero en sistematizar los pasos de una aventura que transcurre a través de un viaje exterior (la aventura) y de un viaje interior (la forja del héroe y de la heroína). Sin embargo, el viaje del héroe ya está preconizado en renovadores de los cuentos de hadas como James Barrie, Morris y MacDonald, en los autores de la edad de oro de la aventura como Haggard, Stevenson y Conrad, y sobre todo en mitopoetas como los Inklings de Oxford: Lewis y, sobre todo, Tolkien. De ellos beben autores posteriores como Dahl, LeGuin e incluso autoras modernas Rowling y Collins. Joseph Campbell se movió en el campo del psicoanálisis y en las categorías de Jung, y proporcionó la mecánica estructural el viaje en El héroe de las mil caras. Fue todo un esfuerzo de erudición realizado en los años 40, pero sin la tradición de los cuentos de hadas y los movimientos renovadores de los escritores y escritoras mencionados, el viaje del héroe no hubiese tenido presencia como fórmula dramática en el cine.


¿Cuál es la influencia que tiene la dramaturgia, la poética del cine y la teoría literaria en el desarrollo de las teorías sobre el guion audiovisual? ¿Cómo se expresa ello en la práctica?

Se trata de una influencia continua. El cine es un vástago muy reciente —poco más de un siglo— que ha surgido en el árbol genealógico milenario de las historias: un árbol que hunde sus raíces en la prehistoria y en la edad del mito. Desde su aparición, el poder difusor del cine alcanza y dinamiza los géneros populares de ficción, de manera que cine, literatura y dramaturgia se realimentan incesantemente. En el último siglo se ha dado un fenómeno muy interesante de cultura de masas, que coincide con una mayor ilustración de los espectadores lectores. Esto ha propiciado una mayor conexión entre géneros literarios y cinematográficos, que también ha influido en el modo de plantear los guiones audiovisuales. No solo en el fenómeno específico de las adaptaciones —la mitad de los guiones cinematográficos se basan en obras literarias—, sino en la recreación e hibridación de arquetipos, géneros y fórmulas narrativas. Me refiero concretamente a los fenómenos transmedia. Las teorías de guion deben tener en cuenta este aspecto multifuncional de las historias y de los personajes, que trascienden los formatos artísticos, narrativos y mediáticos.


Uno de los temas que más has desarrollado es la fantasía de aventuras, ¿crees que este género tiene particularidades en su diseño que facilitan su enseñanza para las nuevas generaciones de escritores?

Un género solo es una clave para interpretar un relato, que presenta sus propios códigos, imaginarios y recursos. Pero un género no garantiza la genialidad de ese relato. El escritor escoge el género más adecuado a la historia que desea contar, y esta es una decisión que debe tomarse en los primeros estadios de la creación, pues el género condiciona la propia historia. Entre los fenómenos de hibridación de géneros, encuentro la fantasía de aventuras como el más apasionante, pues une el sustrato fantástico, informe y misterioso, volcado en la contemplación de lo maravilloso dentro de lo ordinario, con el estrato del viaje de exploración, que apela a la iniciación y a nuestro crecimiento como personas. Esta hibridación proporciona una llamada a descubrir y contemplar los aspectos extraordinarios de nuestro mundo que la rutina nos impide ver. Quizás por un exceso de comunicación, de multitasking o de redes sociales. En una entrevista posterior al estreno de Interstellar, Jonathan y Christopher Nolan recordaban con nostalgia sus años de infancia, en pleno auge de la exploración espacial, y se quejaban de este modo: "Nos prometieron mochilas-cohete y a cambio tenemos Instagram". ¿Cabe un fraude mayor? Es fácil distinguir las fases del viaje del héroe en Insterstellar, pero no me imagino a los hermanos guionistas siguiendo escrupulosamente los pasos de la arquitrama. Seguramente las aprendieron o asumieron muchos años atrás, y en un momento dado les permitieron dar forma a un sentimiento nostálgico por los viajes espaciales y el deseo de contemplar la grandeza del universo, y de trascender el espacio y el tiempo hasta vencer la muerte: precisamente, uno de los deseos que nos hacen sobrehumanos y que Tolkien señala en la entraña de los cuentos de hadas.


Probablemente, uno de los temas más desafiantes para un guionista es la construcción de personajes en su historia. ¿Es el psicoanálisis una fuente de recursos para ello? ¿Cómo observas la vigencia de esta escuela hoy en día?

Personalmente, creo que todas las teorías psicológicas son de gran ayuda para los guionistas, pues proporcionan arquetipos de personajes, pautas de comportamiento y tipologías de personalidad. Se trata de recursos muy valiosos que pueden aplicarse a la construcción de historia y protagonistas, en especial a la hora de dotar de verosimilitud a los relatos y trazar los arcos de transformación de los personajes. En particular, la rama del psicoanálisis de Carl Jung me parece igualmente inspiradora, pues su teoría del inconsciente colectivo ha permitido integrar arquetipos de diferentes culturas y tradiciones narrativas.

Jung me parece verdaderamente útil, pues proporciona modelos creativos, sin embargo, existe el peligro de abusar de las categorías del psicoanálisis para convertirlas en patrones necesariamente válidos. La vida es mucho más rica en combinatoria, y la propia libertad de las personas y de los personajes llega a anular con frecuencia la validez de los patrones: basta con estudiar el arco de transformación de los protagonistas de Tres anuncios en las afueras (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri), de Martin McDonagh. Se trata de personajes que rompen los clichés con sus decisiones libres, y el psicoanálisis, con sus pautas predictibles y sus fórmulas de comportamiento, puede transformar los formatos en verdaderas trampas para el creativo.




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