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Galo Ghigliotto: “El boca a boca es lo mejor para difundir un libro”

Galo Ghigliotto (Valdivia, 1977) es escritor y editor, magíster en literatura latinoamericana y chilena (USACH), creador de Editorial Cuneta y La Furia del Libro, director de Editorial USACH. Ha publicado en poesía: Valdivia (2006), Bonnie & Clyde (2007), Aeropuerto (2009) y Monosúper (2016); el libro de cuentos A cada rato el fin del mundo (2013); y las novelas Matar al Mandinga (2016) y El museo de la bruma (2019). También es traductor del francés y el inglés. En esta ocasión conversamos sobre qué se está escribiendo en Chile y cuáles son las tendencias que han marcado la literatura chilena. Además, nos cuenta desde su experiencia sobre los géneros y estilos de textos están buscando las editoriales, cuál es el panorama para publicar en el país y algunos consejos para quienes se inician en esas lides. También, nos entrega su opinión sobre qué falta para que se lea más, y también nos da pistas del rol que cumplen las editoriales independientes y cómo ha cambiado el mercado del libro.

Fotografías de Francisca Ramírez

¿Qué observas del actual panorama literario en Chile? ¿Cuál es la tendencia sobre lo que se está escribiendo?

Esto es algo que he conversado con otras personas y concordamos en que en el último tiempo la tendencia es hacia la narrativa; hacia la ficción, narrativa de ficción. En primer lugar porque hay una fuerte explosión de narradoras mujeres, pero también porque en Chile importan mucho las figuras tutelares. Desde que Pablo Neruda gana el Nobel la figura tutelar fue la poesía o, incluso antes, porque estuvo el Nobel de Gabriela Mistral, por ende hubo una fuerte inclinación mucho mayor por la poesía, y de hecho los narradores de ficción que existían eran muy pocos, sobre todo eran gente que lograba tener de cierto modo algún contacto con editoriales, con críticos, que ya estaban en el medio, aunque las publicaciones de poesía eran más alternativas, más underground, por lo tanto se hacían igual. También estaban las grandes editoriales aunque más reservadas para los poetas más consolidados, más importantes. Ya en los años 80 viene el “apagón cultural”, y después en los 90, con la vuelta a la democracia, viene un cambio radical en la poesía, pero todavía habían pocas editoriales de poesía. Y en la narrativa, aparecen publicaciones de escritores emergentes pero siempre ligados a los talleres literarios, por ejemplo, de Enrique Lafourcade o de Antonio Skármeta o del mismo Poli Délano, que eran quienes hacían recomendaciones a las editoriales de autores jóvenes y eso se publicaba, pero seguían siendo muy pocos. Ya en los 2000 surge el fenómeno Bolaño y él se instala como figura tutelar a fines de los 90 y los 2000, y empiezan a aparecer más editoriales, editoriales independientes, primero centradas en la poesía que era lo más difícil de publicar, y luego también en la narrativa, que siento que se consideraba más como una oportunidad de venta.

Luego en el 2006 aparece Bonsai de Alejandro Zambra, que instala una narrativa de corte autorreferencial que es seguida por gran parte de los escritores jóvenes que publican en los años siguientes. Desde el año pasado empieza a haber un giro más hacia la novela distópica, hacia la novela más fantástica, incluso histórica, que es lo que están haciendo las nuevas generaciones. Ahí también hay una apertura a tocar temas de diversa índole, de forma más imaginativa, por decirlo así, escapando un poco de la autorreferencia y buscando más bien un lenguaje mucho más ficcional, y esto quizás por un aburrimiento de lo anterior o quizás por un afán de experimentación de los nuevos autores.


¿Qué tipo de textos están buscando las editoriales?

Hay una tendencia fuerte a la publicación de obras escritas por mujeres. Sin embargo esto también está aparejado con la producción. O sea, no podría ser posible una mayor publicación sin una mayor producción, ¿no es cierto? Pero también depende del tipo de editorial y ahí yo creo que varía mucho según los criterios de las diferentes editoriales. Hay algunas que buscan mucho autores y autoras que tengan una presencia pública importante, ya sea a través de redes sociales o de otros ámbitos, porque en este momento hay harta generación de contenido. Por eso hay tanto libro que aparece y que verdaderamente la calidad literaria parece haber quedado relegada a un segundo plano. Con esto se beneficia más la masificación de la persona, de la función del autor, y eso tanto a nivel de prensa como a nivel de redes sociales, como que importa más quién es el autor o la autora más que los que está escribiendo, aunque cuando hay una conjunción, por supuesto que es afortunado.


¿Tú crees que es complejo el escenario para publicar en Chile?

Dependiendo del género al que se pretenda publicar, no es complicado. Hay mucha editorial. Por ejemplo, para la próxima La Furia del Libro postularon 281 editoriales independientes y universitarias; de todo tipo: de ilustración, de libros para niños, de novela, de ficción, de no ficción, de poesía, etc. Entonces, francamente no puede ser difícil publicar con una cantidad de editoriales semejante. Lo que sí siempre es complejo, por supuesto, es apostar por un autor o una autora. Esto es especial en proyectos editoriales independientes, que tienen poca capacidad a veces de crear autores y autoras, de darlos a conocer, que es algo que en ciertas ocasiones, las editoriales internacionales tienen mayor capacidad porque tienen un sistema instalado donde participan muchas más personas, más personal de editoriales y, también tienen un mecanismo mucho más aceptado en cuanto a la difusión. Esto hace que para las editoriales independientes sea difícil apostar o invertir dinero, que es harto por cada libro, por cada publicación, y especialmente para autores emergentes, porque cuesta dar a conocer autores emergentes, aunque a veces ocurre que hay narrativas que se imponen. En ese sentido pienso, por ejemplo, en el caso de la editorial Sigilo de Argentina y la novela Cometierra de Dolores Reyes. Dolores Reyes es una autora que no había publicado antes, es una autora que no había ganado ningún premio, que no había ganado ni una beca y aparece con su novela Cometierra y se impone y genera un boom con venta de miles y miles de ejemplares. Es una novela que conecta y fortalece con nuevos tópicos la tradición en ciernes de la novela de terror, con una escritura impecable, por cierto.

Y este boom de nuevas editoriales, ¿está acompañado de un boom de lectores?

Es difícil saber, en verdad. Yo diría que hoy en día podemos ver más a los lectores porque hay más compartición de lectura, más comentario de lectura en redes sociales, pero yo me pregunto si son lectores nuevos o son lectores que antes simplemente no hacían uso de sus redes sociales. Las ventas de libros siento que se han repartido. Eso yo lo puedo ver en la participación en ferias. Entonces te diría que sí, que ha aumentado la cantidad de lectores, aunque también puede ser que aumentó el reconocimiento de ese evento y ahora va gente que se alimentaba de otra forma de la lectura, porque también creo que cambiaron las fuentes de lectura. Siento que hay muchas personas que antes leía todo lo que venía en de las editoriales transnacionales porque era lo que conocía, lo que tenía a mano, pero ahora también estas personas buscan lo que se publica en las editoriales independientes. Y lo otro: también ha habido una serie de clubes de lectura que yo creo que sí ha hecho que aumenten los lectores. Yo creo que más que el nacimiento de las editoriales, que es algo bastante pasivo en estricto rigor, porque si bien es cierto que las editoriales están haciendo labores de difusión, el público que alcanzan no siempre es el mismo y no siempre es un público masivo, pero siento que los clubes de lectura despiertan un interés por saciar una necesidad en las personas de tener una alimentación, una nutrición cultural y literaria, que se satisface participando en estos clubes. Y estos mismos clubes se comentan el “boca a boca” y el boca a boca siempre ha sido lo mejor para difundir cualquier cosa. Y es así como aumentan los lectores y en esas conversaciones también se dan a conocer nuevas editoriales. Entonces me doy cuenta de que, claro, también cada lector recorre sus propios caminos y se topa con lo que se topa y no necesariamente es como que todos los lectores conocen todas las editoriales.


¿Qué crees que falta para que se lea más en Chile?

Siempre he dicho que los países más lectores del mundo, tienen una formación lectora desde pequeños. Por ejemplo, en Francia, que es el sexto país del mundo donde más se lee, los niños van una vez a la semana a la biblioteca, allí tienen actividades donde pueden ojear libros, leer, por ende tienen una relación con el libro desde pequeños. Eso hace que ya de grandes sean lectores permanentes, independiente de a lo que se dediquen. Siento que acá en Chile, por ejemplo, quienes son lectores, la mayoría son personas que también aspiran a escribir. En cambio, en Francia, que es un caso que conozco de cerca, hay muchos lectores que ni siquiera piensan en escribir. Son personas que trabajan en diferentes áreas, ya sea en biología, ciencia urbana, matemáticas, etc. y que leen; leen novela, leen ficción, leen no ficción, pero principalmente ficción, que es como lo más difícil siempre de que alguien lea, y eso es por la formación de lectores desde chicos. Y lo otro también es que los grandes espacios de librería, lo otro también es la presencia en medio, o sea, también pensando en el caso francés, la literatura, las artes, la cultura tiene un espacio importante en las comunicaciones, en los canales de televisión, en la radio. Hay programas de televisión dedicados a la literatura, cosa que acá en Chile es impensable. O sea, ha habido "El show de los libros” y ahora hay como uno que otro programa cultural, o quizá uno, no sé, alguno donde hay una sección donde se habla de libros, ¿pero dedicarle un programa entero a una conversación con autores, a una discusión? Eso no existe en Chile. Y lo otro también es que en este país prima una mentalidad enfocada al lucro, con tanta promoción del emprendimiento, de ser empresario, de ser el propio jefe, con tanta farándula dando vuelta lo que hace que las actividades de ocio, en general, la lectura en particular, se vea con malos ojos, como algo que no reporta ninguna utilidad, ninguna ganancia.

¿Por qué los escritores de renombre siguen buscando editoriales independientes?

La razón por la que escritores de renombre siguen buscando editoriales independientes tiene que ver exclusivamente con un trato; con el trato que tienen con sus editores. Esto te lo digo porque en alguna ocasión, escuchando a Rodolfo Fogwill, el escritor argentino, que es una bestia de la literatura, conversaba con él y me decía que él prefería trabajar con editoriales independientes porque cuando estaba en una transnacional le presentaban a un editor con el que iba a trabajar y de repente iba medio camino la novela y le cambiaban al editor porque el otro se había ido otro trabajo, porque lo habían echado y, luego iba terminando la novela y le ponían a otro editor, entonces había como tres manos diferentes en su texto. Además hay diferentes formas de tratarse entre las personas, diferentes formas de relación interpersonal y también porque lo tomaban como un autor más porque tenían un montón de pega con los escritores nacionales. En cambio las editoriales independientes le dedicaban más atención, le dedicaban más cuidado a lo que estaba publicando y era un trato mucho más cercano; más de juntarse a tomar algo, de hablar de literatura, no necesariamente del libro que se está trabajando, de dedicarle tiempo al autor. Eso, y lo otro es que también hay otros casos como por ejemplo el de César Aira, que es un autor grande, un autor ya instalado en el canon, o sea un autor que de hecho este año (2023); también fue uno de los candidatos que se nombró para el Nobel. Aira suele publicar libros cortitos en diferentes editoriales independientes, en diferentes países, lo que le da una visibilidad mucho mayor. Entonces tiene libros publicados en editoriales internacionales, principalmente todo en Penguin Random House y, además tiene libros publicados en todos los países y, así se asegura la llegada de su obra a países donde las internacionales no llegan. Bueno, también porque le gusta. Él ama los proyectos independientes por supuesto y los quiere apoyar y todo eso, pero es un tema de reciprocidad, en que el autor grande entrega su nombre, su reconocimiento a una editorial pequeña a cambio de cariño, básicamente, de cariño y también un reconocimiento más cercano.


Finalmente, ¿algún consejo para quienes buscan publicar su primer libro?

Yo creo que el consejo es qué, más que pensar en publicar, hay que enfocarse en el paso previo, porque el paso previo es lo más importante. O sea, primero escribir una cosa que esté buena. Para eso, hay que participar en talleres, pero en buenos talleres, de gente que sea buena, de gente que leíste y que te gustó lo que escribió, no algo como, “oh, tal fulano es famoso, me voy a meter a su taller”. Eso no funciona. Te puedes meter en un taller pero en algo que no tienes idea cómo es, en un estilo que no es el tuyo, tanto en referencias, en lecturas que no tienen nada que ver con las que tú tienes y, que a veces claro, puede ser una alimentación, pero al mismo tiempo puede ser una distracción, te puede llevar por otro camino. Bueno, aunque en todo caso igual a veces resulta eso, pero depende también mucho del grado de oficio que tenga una persona, porque también eso es lo otro: hay muchas personas que escriben un libro un día y piensan que tiene que publicarse de inmediato y se lo rechazan e insisten, insisten, insisten con el libro en vez de decir “bueno si me lo están rechazando es por algo”, entonces mejor ahí “escribo otra cosa” y luego “si me lo rechazan en otro, escribo otra cosa”. Ahí, por ejemplo te puedo citar el caso de Marie Darrieussecq. Es una escritora francesa que cuando era muy joven, a los 17 o 16 años, escribió una novela y se la llevó a Jérôme Lindon, editor de Éditions de Minuit, una editorial francesa, y él se juntó a tomar un café con ella y le dijo: “mira, está bien como escribes, pero yo no te voy a publicar esto porque la verdad es que le falta, o sea, tienes buena pluma, pero le falta”. Bueno, entonces ella decidió escribir un segundo libro y se lo llevó también al mismo editor y, Lindon, que ya la conocía, entonces le dijo lo mismo: “mira, todavía no”. El tema es que después Jérôme Lindon falleció y Marie Darrieussecq escribió una tercera novela, ya con 21 años, que se llamaba Truismes, traducida al castellano como Marranadas en España o como Chanchadas en Argentina. Esa novela llegó a vender, creo, que dos millones de ejemplares en todo el mundo. Fue un éxito rotundo, pero no se hubiese conseguido si es que alguien no le dijera “no”, y que ella no hubiese entendido el no y aceptado ese no. Entonces, también eso creo: que depende mucho de deshacerse del apego a los textos, de entender que uno puede no hacer algo bien, que uno está aprendiendo, probar mucho, desarrollar un oficio y luego pensar en publicar. O sea, es muy frecuente que escritores lleguen con un proyecto nuevo y te empiezan a hablar de la portada del libro, de lo que va a decir atrás del libro, a qué le van a pedir las contratapas, de qué color, de qué papel, y la verdad es que eso no tiene nada que ver con la escritura, nada que ver. Y claro, cuando uno le dice a esa persona: “oye, esto no tiene nada que ver”, y esa persona insiste, te das cuenta de que no, no es por ahí. Y lo otro, es también ver a qué editorial uno le presenta el texto, conocer el trabajo de la editorial a donde uno va a mandar el trabajo, ir a presentaciones de esas editoriales, acercarse un poco y estar al tanto de lo que está saliendo. Pero bueno, hay que dedicarle trabajo al oficio, leer harto, preparar un buen libro. Creo que eso es el mejor consejo que puedo dar.


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