En Avenida de Mayo en Buenos Aires fui al café London City, justo más allá del Tortoni. En este rincón porteño hay una pequeña estatua en "papier maché" del mismo Julio Cortázar que hace algunas décadas escribió aquí su novela 62 Modelo para armar. De algún modo resultó ser un verdadero encuentro con el amigo que alguna vez conocí en París, en aquellos duros años de autoexilio.
El tiempo hace su trabajo y va borrando recuerdos. Por eso, hago llegar estas palabras grabadas en los años ochenta como un saludo a los, entonces, jóvenes escritores chilenos.
En Chile se vivía un tiempo de silencios, un tiempo de miedos. Después de algunos años, alrededor del año 1978-1980, volvía a crecer de manera tímida un espacio cultural en algunas universidades, la ACU era uno de esas expresiones Así, también, en algunos rincones de la ciudad volvía a sentirse un ánimo distinto. La Casa del Escritor, aquella vieja casona de la calle Almirante Simpson, era el refugio de una generación de jóvenes amantes de la literatura que habíamos creado, justamente, la UEJ Unión de Escritores Jóvenes. Para muchos de nosotros fue el primer encuentro con las letras y con algunos maestros de una generación anterior. Martín Cerda fue uno de esos faros intelectuales en conversaciones nocturnas, y nos hablaba de Benjamin y muchos autores prohibidos. Recordemos que la Junta Militar había ordenado quemar libros en la vía pública, de manera que conseguir algos títulos era virtualmente imposible.
La UEJ mantenía contacto con amigos lejanos que miraban con simpatía el trabajo que se realizaba en Chile. Los contactos eran muy discretos gracias correos personales. Entre esos amigos distantes estaba Julio Cortázar, un nombre que me acompañaría en mi primer viaje a Francia. Cuando estuve en París, por vez primera, me contacté con algunos compatriotas del exilio. Uno a uno me iban relatando los retazos de una tragedia mucho más siniestra de lo que hasta entonces había imaginado.
Le escribí a Julio Cortázar, para entregarle una carta y unos documentos de la UEJ. Todavía lo recuerdo, lo primero que me dijo fue, llamáme Julio, por favor. Se apareció ante mí como un hombre delgado, muy alto, pero con un rostro muy juvenil. Después de tantos años no logro reconstruir con precisión nuestra primera conversación. En cambio, hay frases que no olvidé jamás. Refiriéndose a un escritor chileno que por aquellos años había lanzado ácidas diatribas contra su persona en el diario de la dictadura El Mercurio, miró hacia el suelo y me dijo en voz baja: “No lo olvides nunca, siempre hay escritorcitos para lectorcitos, y escritores para lectores”.
Antes de regresar a Santiago, le solicité un saludo grabado para la UEJ, que iba a celebrar su primer encuentro. Fue así que, algunos días después, me entregó un hermoso regalo para los escritores jovenes de Chile, una cinta “cassette”, que era lo que se usaba por aquel tiempo. La voz de Julio me ha acompañado por muchos años . Y me es especialmente grato compartir este audio literario con la Editorial Nass Papier y como un sincero gesto de amistad hacia Rubén Dittus que sigue creyendo, como nosotros, en el poder de la palabra.
Álvaro Cuadra Rojas, Quito (Ecuador), marzo de 2023.
Nota: la transcripción del audio completo se encuentra en el blog de Nass Papier, con el título: El saludo inédito de Cortázar a los jóvenes escritores de Chile.
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